23 de noviembre de 2009

Marruecos vuelve a los años de plomo


Mohamed VI endurece la represión hacia cualquier amago separatista y proclama que sólo cabe el patriotismo o la traición
23.11.09 - 00:20 -
PAULA ROSAS RABAT/ la Verdad

O se es patriota o se es traidor. En Marruecos ya no valen medias tintas. El rey Mohamed VI lo dejó claro en el discurso que ofreció recientemente en el 34º aniversario de la Marcha Verde. Y Aminatu Haidar, la activista saharaui que lleva desde el pasado día 13 en el aeropuerto de Lanzarote a la espera de poder volver a El Aaiún, se ha convertido en un buen ejemplo de este endurecimiento de la política del país magrebí con los separatistas.
La activista se negó a escribir marroquí como su nacionalidad en el control policial del aeropuerto de la capital del Sáhara Occidental y fue expulsada de vuelta a Canarias, de donde había llegado tras un viaje. En la aduana se le retiró el pasaporte y el carné de identidad ya que, si no quería ser marroquí, tampoco podría usar documentos de esa nacionalidad. Otros siete activistas saharauis se encuentran en prisión y se arriesgan a ser juzgados por un tribunal militar después de viajar a los campamentos de refugiados de Tinduf en Argelia. Fueron apresados en el aeropuerto de Casablanca a principios de octubre y también son calificados de traidores.
El patriotismo y la traición son dos términos que se han repetido a menudo estas últimas semanas en la prensa oficialista del país norteafricano, lo mismo que el ser o no marroquí. En estas disquisiciones hamletianas también se han visto envueltos la mayor parte de los partidos, ya sean de izquierdas o de derechas, laicos o islamistas. El duro discurso del rey ha dado alas a los políticos y casi ninguno ha faltado a la cita de condenar el incidente de Haidar.
Empezando por el Partido Autenticidad y Modernidad (PAM), que lidera un amigo íntimo del monarca, Fuad Ali Himma, y que arrasó en las últimas elecciones municipales. Su secretario general, el saharaui Mohamed Cheij Biadila, ha calificado la acción de Haidar de «traición a la nación», términos en los que se han expresado también los dirigentes de otras formaciones. Mohamed VI ya había marcado el tono: «No hay lugar para la ambigüedad: o el ciudadano es marroquí o no lo es (...). No hay término medio entre el patriotismo y la traición».
El debate público en Marruecos, no ya sobre la marroquinidad o no del Sáhara Occidental, sino sobre la posibilidad de que existan otras opciones intermedias entre el patriotismo y la traición, es nulo. «La democracia y los derechos humanos no deben servir en ningún caso a un puñado de traidores para conspirar con los enemigos de la soberanía y la integridad territorial del reino», ha llegado a decir Saad Alami, miembro del comité ejecutivo del nacionalista Partido Istiqlal.
Marruecos se anexionó en 1975 el territorio del Sáhara Occidental tras la salida de los españoles y desde entonces se encuentra pendiente de descolonización según Naciones Unidas.
«Grave escalada»
El Polisario habla ya de una «grave escalada» en la actitud de Marruecos. Para Mohamed Abdelaziz, presidente de la República Árabe Saharaui Democrática, las palabras pronunciadas por el rey llevan implícitas «amenazas directas contra los ciudadanos saharauis» y denotan «un desprecio flagrante de la legalidad internacional», según denunció en una carta dirigida al secretario general de la ONU.
Para algunos analistas, sin embargo, «el discurso no se ha endurecido, sino que se ha clarificado», opina Larbi Benothmane, catedrático de Derecho de la Universidad Mohamed V de Rabat. «Las palabras del rey no han dejado lugar a los matices. En cierto modo ha sido como decir: estamos jugando un partido y hay dos equipos, elige en el que estás porque no se puede jugar en los dos a la vez».
Pero hay quien ve en las acusaciones de traición reminiscencias del pasado, de la época de los años de plomo de Hasán II, padre del actual monarca, escribe Abubakr Jamai desde las páginas del semanario independiente 'Le Journal'. Para el periodista, uno de los exponentes de la libertad de prensa en Marruecos, se vive una nueva «ola de represión». «Como si hubiera una voluntad manifiesta de inspirar miedo y acallar la disidencia. En la prensa, entre los empresarios, la clase política y, ahora más que nunca, con los saharauis».

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