8 de noviembre de 2009

La Cámara de Representantes aprueba la reforma sanitaria de Obama en una votación histórica

AGENCIAS NUEVA YORK/ La Verdad
Para el erario nacional, el sistema costará 1,1 billones de dólares durante 10 años
La propuesta, prevé extender la cobertura a 36 millones de estadounidenses sin seguro de salud
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha conseguido su mayor triunfo desde su llegada a la Casa Blanca después de que la Cámara de Representantes haya dado luz verde a su ambicioso proyecto de reforma sanitaria, que busca garantizar la cobertura médica universal en todo el país. En una reñida votación con 220 votos a favor y 215 en contra, la Cámara ha respaldado el proyecto de ley que ampliaría la cobertura de salud a 36 millones de personas que carecen de seguro, lo que supone el mayor cambio de política sanitaria en el país en las últimas cuatro décadas.
Sólo un congresista republicano ha respaldado la medida, que ha contado con el rechazo de 39 diputados demócratas, y casi la práctica totalidad del bando republicano, que ha criticado su valor de un billón de dólares y la excesiva interferencia del Gobierno en el sector privado de la salud. La discusión se había prolongado durante semanas porque el líder demócrata del Senado, Harry Reid, estaba buscando una propuesta que reciba los 60 votos necesarios, pero tras su aprobación, la batalla en torno a la principal prioridad de política nacional de Obama se traslada ahora al Senado, que está trabajando en su propia versión de reforma.
Tras finalizar la sesión, el inquilino de la Casa Blanca se ha mostrado confiado de que su proyecto obtenga el mismo éxito en el Senado. "Gracias al trabajo duro de la Cámara, estamos justo a dos pasos de conseguir una reforma del sistema sanitario en América", ha declarado en un comunicado. "Ahora EEUU debe seguir los pasos marcados y aprobar este proyecto. Estoy completamente seguro de que así será", ha agregado. Cualquier diferencia entre los proyectos de ley del Senado y la Cámara tendrán que ser reconciliadas eventualmente, y el proyecto final deberá ser aprobado por ambas cámaras nuevamente antes de que sea enviado a Obama para que lo firme y lo convierta en ley.
Poco antes de que comenzara la votación, la presidenta de la Cámara Baja del Congreso estadounidense, la demócrata Nancy Pelosi, se ha mostrado confiada en que la medida alcanzaría los 218 votos necesarios para su aprobación y ha asegurado que esta jornada sería histórica. El proyecto de reforma llevaría a los mayores cambios de política sanitaria que afectarían al sector de servicios de salud de Estados Unidos, de 2.500 millones de dólares, que corresponde a un sexto de la economía del país.
Victoria
La histórica votación se traduce en una victoria sin precedentes para Obama, quien había apostado gran parte de su capital político en la lucha por la reforma de salud. Una derrota en la Cámara habría puesto fin al combate, debilitando el resto de su agenda legislativa y dejando a los demócratas expuestos a grandes pérdidas en las elecciones al Congreso del próximo año.
Desde su llegada la Casa Blanca, Obama consideró que la escasa cobertura de salud en el país representaba un problema de primer orden por lo que se empeñó en sacar adelante una propuesta para garantizar cobertura sanitaria en un país donde los altos costes sanitarios lleva a que cada día unas 14.000 pierdan su cobertura de salud diariamente. No obstante, su arriesgado proyecto generó descontentos en el bando republicano al tiempo que abrió una brecha en su propio partido, ante la negativa de algunos demócratas a poner en marcha un plan de tal envergadura.
El Partido Republicano sostiene que el programa de Obama, a quien tildaron de "socialista", es demasiado costoso para el enorme déficit presupuestario que enfrenta Estados Unidos y sólo servirá para dañar la economía, de ahí que propusieran un proyecto paralelo mucho menos ambicioso y más desligado de la administración, que fue rechazado esta noche en la Cámara Baja.
Sin embargo el presidente demócrata considera que su plan sanitario conseguiría apuntalar la recuperación de la economía norteamericana, seriamente dañada por la crisis financiera internacional, al tiempo que defiende que dos tercios del coste total será sufragado por la desviación de dinero destinado hasta ahora a programas sanitarios federales, como por ejemplo Medicare, por lo que no supondría una gran carga económica.

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