1 de octubre de 2009

Rajoy y Camps se reúnen en secreto para buscar una salida a la crisis interna

El líder del Partido Popular da libertad al presidente valenciano para actuar como quiera y evitar de esta manera destituciones en su entorno
M. I. / A. T/ AGENCIAS. MADRID/ La Verdad
La respuesta del PP al caso Gürtel en la Comunidad Valenciana podría estar más cerca después del almuerzo que compartieron ayer Mariano Rajoy y Francisco Camps en el parador conquense de Alarcón. El líder del PP citó al presidente del Generalitat a mitad de camino entre Madrid y Valencia para buscar juntos una salida a la complicada situación de Camps tras conocerse el informe policial que puso al descubierto una supuesta financiación ilegal del partido.
Fuentes consultadas por este periódico aseguraron que Camps se marchó de Alarcón con el compromiso de Rajoy de darle libertad para actuar como quiera. Un plácet que evita que Camps se vea obligado a cortar cabezas de su entorno.
Rajoy se desplazó a Alarcón directamente desde el Congreso de los Diputados.
Los datos de la investigación y, sobre todo, la transcripción de las conversaciones interceptadas con autorización judicial pusieron en jaque al PP de Rajoy, que, el pasado lunes, optó por presionar al presidente valenciano para que tomara medidas «contundentes». El secretario general del PP valenciano, Ricardo Costa, estaba en el punto de mira de la dirección nacional, que exigía su dimisión o, cuando menos, la apertura de una investigación que depurara responsabilidades y que pasaban por el cese del número dos en la organización.
Pero Costa, ese lunes, se desplazó a Madrid para hablar con sus abogados y mantuvo contactos en los que transmitió su negativa a cargar con las culpas del caso Gürtel' en exclusiva. Aunque en las conversaciones interceptadas se deduce que era Costa quien dirigía la supuesta financiación ilegal, también se pone de manifiesto la actuación determinante de, al menos, el vicepresidente de la Generalitat, Vicente Rambla, en la adjudicación de contratos públicos.
Las presiones no dieron resultado por la negativa de Costa a dimitir y numerosos dirigentes consultados calificaron la situación como «muy grave» mientras lamentaban la falta de resolución del presidente y la secretaria general para imponer sus tesis al barón autonómico.
En vista de la situación, la secretaria general, María Dolores de Cospedal, lanzó ayer un serio aviso sin nombres y apellidos de los destinatarios. «Quien haya hecho cosas que no se tienen que hacer no estará en mi partido», advirtió. Todas las miradas se dirigieron a Valencia.
Confianza
Cospedal aseguró que Camps tiene «toda la confianza» de la dirección y vio lógico que todavía no haya adoptado medidas disciplinarias. «Vamos a dejarles actuar» porque «todo el mundo tiene que tener sus tiempos», comentó.
La secretaria general, en declaraciones a la cadena Veo Televisión, precisó, no obstante, que la dirección nacional está «absolutamente» decidida a depurar responsabilidades si se han producido actuaciones irregulares porque los responsables de esas acciones no tienen cabida en el PP. En esos casos, agregó la dirigente, el partido actuará «con toda claridad, transparencia y de forma contundente».
Este respaldo a Camps contrastó con el estridente silencio de los populares respecto a Ricardo Costa.
Cospedal y Arenas fueron excepciones en el mutismo que guarda la mayoría de los responsables populares. El primero, Rajoy, quien preguntado sobre su opinión sobre los avatares de su partido en la Comunidad Valenciana, se descolgó con: «En Valencia, como todos los españoles, se apoya la candidatura de Madrid 2016 y se van a llevar una alegría», en alusión a la votación de la sede olímpica de mañana.
Desde el Gobierno valenciano señalaron anoche que la comida entre Rajoy, y Camps es uno más de los «habituales» encuentros de este tipo que ambos celebran aproximadamente una vez al mes.

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