Más de ochocientas mil personas disfrutaron del espectáculo, en el que las brasileñas fueron la atracción más aplaudida
M. DE LA VIEJA/ la Verdad
M. DE LA VIEJA/ la Verdad
El Entierro de la Sardina volvió a conquistar ayer el corazón de todos los murcianos, con un apoteósico espectáculo en el que, como siempre, las guapas bailarinas brasileñas de pechos al aire se proclamaron como favoritas al ser las más aplaudidas y admiradas por el público. Desfilaron ochenta y dos elementos distintos, cincuenta y nueve de ellos conformando la cabeza en la que la música y las atracciones internacionales reinaron por su calidad. El resto fueron las carrozas de los grupos sardineros, que colmaron de regalos al público repartiendo millón y medio de juguetes a lo largo del recorrido. Aunque la noche era algo fría, nadie lo acusó, pues el público estaba volcado en participar en las atracciones de los grupos de animación y seguir las bromas y juegos que las distintas comparsas sugerían.
Abriendo la cabeza del desfile, la banda de música de Las Torres de Cotillas y como siempre, los hachoneros y granaderos de la Agrupación Sardinera escoltando las banderas de los grupos, y la carroza de los escudos de Murcia y de la Agrupación Sardinera.
El grupo de animación Caja de Música, con sus zancudos saltarines y animalitos de trapo, junto al grupo de animación Disney, capturaron la atención de los más pequeños, que veían en directo sus personajes favoritos. Como en un sueño. Muy divertidos iban los integrantes de la comparsa de los Cabezudos, con el oncólogo Víctor Pérez, el ex concejal Antonio Sánchez Carrillo y el abogado Francisco García Navarro, entre otros. El letrado no dudó en hacer el pino y un sinfín de reverencias ante el alcalde, Miguel Ángel Cámara, que estaba viendo el desfile, lo que cosechó un nutrido aplauso.
La carroza Olimpo de Zeus llevaba al mismísimo dios vestido con la camiseta del Real Murcia. Detrás, los diablos de Brotons y el Dragón de Conte -que parecía haber renovado alguna de sus escamas- expulsando fuego por sus fauces. No faltaron los Simpson, cuyos personajes bailaban con el público. Mucha fantasía derrochó también el grupo Maracaibo Zarabanda, con sus mujeres-torre y también resultaron impactantes las músico-moscas de chispeantes ojos rojos.
La Piruleta de Águilas sacó una feria rodante, con sus ruedas de caballitos y, por su parte, Marta Valverde, doña Sardina, no dudó en subirse a unos de los caballos de la rueda, al igual que hizo la niña Sol Cámara. El grupo de animación Recicladrags lució unos extraños y sugerentes personajes de teatro de calle sobre zancos, seguidos por la banda de gaiteros de Bélgica, que se llevaron nutridos aplausos con su excelente música y puesta en escena. El niño mago Harry Potter y sus compañeros de internado desfilaron sobre escobas voladoras, que eran manejadas mediante una palanca sujeta a una plataforma movible. Detrás de ellos, una especie de robots gigantes, llamados Transformers, que dieron paso al divertido y estridente grupo de animación llamado Entierro Mexicano. El público se sorprendió con la parafernalia de los muertitos vivientes. «¿Una novia calavera, cómo mola!» gritó un chaval, mientras otros reían al ver las calaveras danzar. Quien ignoraba la extraña relación que tienen los mexicanos con la muerte y sus manifestaciones festivas, se mostraban un tanto sorprendidos, la verdad.
çMuy divertido resultó el coche loco. Gustó el ritmo del grupo Bambú de La Martinica, así como los grupos de carnaval de Torrevieja y Águilas y la banda de Japón, a la que aplaudieron mucho. Un retahíla de color, música y sueños hechos realidad que volvió a resonar un año más en Murcia.
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