Las inmobiliarias aseguran que «los clientes sólo entran a vender, y a los pocos que quieren comprar el banco no les concede el préstamo»
F. CARRERES/ Las Verdad
Los carteles de se vende se están multiplicando en las ventanas de los edificios de la costa murciana como una epidemia. La oferta de casas en venta ya era alta antes de verano, pero muchas familia han hecho cuentas a la vuelta de las vacaciones y han llegado a la conclusión de que la única forma de cuadrarlas pasa por vender la casa de la playa.
F. CARRERES/ Las Verdad
Los carteles de se vende se están multiplicando en las ventanas de los edificios de la costa murciana como una epidemia. La oferta de casas en venta ya era alta antes de verano, pero muchas familia han hecho cuentas a la vuelta de las vacaciones y han llegado a la conclusión de que la única forma de cuadrarlas pasa por vender la casa de la playa.
Las inmobiliarias que operan en el Mar Menor, La Manga, Mazarrón y Águilas calculan que la bajada en el precio de las viviendas en el litoral registrada desde el año pasado oscila entre el 20% y el 30%, como consecuencia del aumento de la oferta.
La coyuntura no podría ser peor para muchas inmobiliarias. Por un lado, las promotoras han sufrido un fuerte parón en las ventas de viviendas de costa y mantienen una oferta elevada. Por otro, centenares de familias se han visto en la necesidad de vender la casa de la playa para pagar otros préstamos. Y si faltaba algo, los bancos y cajas han endurecido los criterios para la concesión de hipotecas a las familias.
«Todos los que entran en la inmobiliaria quieren vender, y los pocos que quieren comprar se encuentran con que el banco no les presta bastante dinero o les pide demasiados avales», se queja Rosa Martínez, agente inmobiliaria de Águilas.
Los precios no han tardado en resentirse por el exceso de demanda. De hecho, las propias inmobiliarias llevan meses aconsejando a lo vendedores que bajen el precio si realmente quieren vender. Muchos se resisten a hacerlo todavía.
La incertidumbre económica y financiera ha generado además un clima de incertidumbre que hace que muchos no se atrevan a mover ficha. «Hay gente esperando que bajen más los precios, porque la verdad es que chollos todavía no hay. Otros se frenan porque temen que lo que compren hoy mañana se haya devaluado en poco tiempo».
A la mala coyuntura nacional se ha sumado el notable descenso de compradores extranjeros. Los británicos, que suponían el 75% de clientes extranjeros, atraviesan una crisis aún peor que la española, y el cambio de la libra frente al euro ha provocado que las hipotecas españolas les resulten ahora menos atractivas y que los vuelos que les permitían el ir y venir de Reino Unido a España les salgan mucho más caros.
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