15.02.10 - 01:28 -
CÉSAR CALVAR MADRID./ La Verdad
El elevado desempleo llevó a más de 127.000 jóvenes a solicitar una plaza en las Fuerzas Armadas en 2009, un 66% más que en 2007
Los ejércitos superan el tope legal de soldados por primera vez desde su profesionalización
Cuando el paro hace estragos entre los jóvenes -según la última Encuesta de Población Activa afecta al 39,07% de los menores de 25 años-, las Fuerzas Armadas ofrecen todo cuanto buscan las personas que intentan abrirse camino en la vida: sueldo fijo, incorporación inmediata, viajes a países exóticos y posibilidades de promoción en una 'empresa' que nunca quiebra. Ese puede ser el motivo por el que los ejércitos no paran de recibir aspirantes a soldado. Tantos que, por primera vez desde la abolición de la 'mili' en 2001, el Ministerio de Defensa ha superado el tope legal de efectivos de tropa y marinería, 86.000. Un empleo de soldado parece hoy un chollo, aunque tenga una pega: te pueden matar.
Pese a que el peligro de sufrir una desgracia es cada vez mayor, sobre todo en teatros de operaciones como Afganistán o Líbano, los datos de reclutamiento hablan por sí solos. El ardor guerrero de los españoles no ha parado de crecer desde que estalló la crisis, al tiempo que en el sector privado las empresas despedían a sus trabajadores.
El 1 de enero de 2008, nueve meses antes de que la quiebra de Lehman Brothers despertara a los españoles de sus sueños de riqueza y pleno empleo, los ejércitos de Tierra, Aire y la Armada contaban con 79.118 soldados y marineros, según cifras de Defensa. A principios de 2009, con el país ya en recesión, su número había crecido hasta 81.607. Desde entonces el incremento ha sido aún más espectacular: el pasado 1 de febrero el personal de tropa ascendía a 86.112, por encima del 'objetivo de fuerza' (número de soldados precisos para garantizar la defensa) que fijó el Congreso.
Pero eso no es todo. El número de efectivos disponibles sólo indica el grado de cobertura de puestos y explica en qué medida los cuarteles, buques y unidades están llenos o vacíos. Resulta más ilustrativo analizar la evolución de la demanda de plazas. En 2007 los veintidós centros de selección españoles dieron 43.000 citas a chicos y chicas interesados en ingresar. En 2008, según las cuentas de estos departamentos, las solicitudes fueron 78.000, y 127.000 en 2009 (un 66% más que dos años antes).
En otras palabras, Defensa ha pasado de tener cinco plazas por aspirante en tiempos de bonanza económica a cinco aspirantes por plaza en época de crisis, resume un militar experto en esas cuestiones. La tradicional escasez de personal la sufrió sobre todo la Armada. «Hace poco los buques quedaban amarrados por falta de tripulantes, ahora sobran», señala este especialista.
«Mercenarios»
¿A qué obedece tal incremento en tan poco tiempo? ¿Explica el amor a la patria semejante repunte de vocaciones? La respuesta de Defensa es que «el aumento de la demanda de plazas es anterior a la crisis». Un portavoz de este departamento lo atribuye a que las Fuerzas Armadas ofrecen «una carrera atractiva» por las reformas introducidas en 2005, que implicaron subidas salariales, mejoras en la formación y mayor estabilidad por la posibilidad de firmar compromisos más largos.
Ese discurso oficial choca con el análisis de algunos expertos castrenses, que por estar en activo piden el anonimato. Para ellos, «la mayoría de los recién llegados son mercenarios» que ven en el ejército un «refugio» que les asegura una paga de unos 1.200 euros mensuales (casi 3.000 si van a Afganistán) en un momento en el que «ahí fuera hace mucho frío» por la recesión, que hace difícil encontrar empleo.
La Asociación Unificada de Militares (AUME) respalda esa tesis. Su secretario general, Mariano Casado, afirma que el repunte del interés por ingresar está «directamente relacionado con la crisis». «Hay mucha más demanda de plazas que oferta, porque la gente se ha refugiado en las Fuerzas Armadas». AUME celebra ese interés, pero avisa de que, si no se toman medidas, cuando vuelva el crecimiento podría producirse una desbandada que derivaría en «un riesgo para la operatividad» de muchas unidades.
CÉSAR CALVAR MADRID./ La Verdad
El elevado desempleo llevó a más de 127.000 jóvenes a solicitar una plaza en las Fuerzas Armadas en 2009, un 66% más que en 2007
Los ejércitos superan el tope legal de soldados por primera vez desde su profesionalización
Cuando el paro hace estragos entre los jóvenes -según la última Encuesta de Población Activa afecta al 39,07% de los menores de 25 años-, las Fuerzas Armadas ofrecen todo cuanto buscan las personas que intentan abrirse camino en la vida: sueldo fijo, incorporación inmediata, viajes a países exóticos y posibilidades de promoción en una 'empresa' que nunca quiebra. Ese puede ser el motivo por el que los ejércitos no paran de recibir aspirantes a soldado. Tantos que, por primera vez desde la abolición de la 'mili' en 2001, el Ministerio de Defensa ha superado el tope legal de efectivos de tropa y marinería, 86.000. Un empleo de soldado parece hoy un chollo, aunque tenga una pega: te pueden matar.
Pese a que el peligro de sufrir una desgracia es cada vez mayor, sobre todo en teatros de operaciones como Afganistán o Líbano, los datos de reclutamiento hablan por sí solos. El ardor guerrero de los españoles no ha parado de crecer desde que estalló la crisis, al tiempo que en el sector privado las empresas despedían a sus trabajadores.
El 1 de enero de 2008, nueve meses antes de que la quiebra de Lehman Brothers despertara a los españoles de sus sueños de riqueza y pleno empleo, los ejércitos de Tierra, Aire y la Armada contaban con 79.118 soldados y marineros, según cifras de Defensa. A principios de 2009, con el país ya en recesión, su número había crecido hasta 81.607. Desde entonces el incremento ha sido aún más espectacular: el pasado 1 de febrero el personal de tropa ascendía a 86.112, por encima del 'objetivo de fuerza' (número de soldados precisos para garantizar la defensa) que fijó el Congreso.
Pero eso no es todo. El número de efectivos disponibles sólo indica el grado de cobertura de puestos y explica en qué medida los cuarteles, buques y unidades están llenos o vacíos. Resulta más ilustrativo analizar la evolución de la demanda de plazas. En 2007 los veintidós centros de selección españoles dieron 43.000 citas a chicos y chicas interesados en ingresar. En 2008, según las cuentas de estos departamentos, las solicitudes fueron 78.000, y 127.000 en 2009 (un 66% más que dos años antes).
En otras palabras, Defensa ha pasado de tener cinco plazas por aspirante en tiempos de bonanza económica a cinco aspirantes por plaza en época de crisis, resume un militar experto en esas cuestiones. La tradicional escasez de personal la sufrió sobre todo la Armada. «Hace poco los buques quedaban amarrados por falta de tripulantes, ahora sobran», señala este especialista.
«Mercenarios»
¿A qué obedece tal incremento en tan poco tiempo? ¿Explica el amor a la patria semejante repunte de vocaciones? La respuesta de Defensa es que «el aumento de la demanda de plazas es anterior a la crisis». Un portavoz de este departamento lo atribuye a que las Fuerzas Armadas ofrecen «una carrera atractiva» por las reformas introducidas en 2005, que implicaron subidas salariales, mejoras en la formación y mayor estabilidad por la posibilidad de firmar compromisos más largos.
Ese discurso oficial choca con el análisis de algunos expertos castrenses, que por estar en activo piden el anonimato. Para ellos, «la mayoría de los recién llegados son mercenarios» que ven en el ejército un «refugio» que les asegura una paga de unos 1.200 euros mensuales (casi 3.000 si van a Afganistán) en un momento en el que «ahí fuera hace mucho frío» por la recesión, que hace difícil encontrar empleo.
La Asociación Unificada de Militares (AUME) respalda esa tesis. Su secretario general, Mariano Casado, afirma que el repunte del interés por ingresar está «directamente relacionado con la crisis». «Hay mucha más demanda de plazas que oferta, porque la gente se ha refugiado en las Fuerzas Armadas». AUME celebra ese interés, pero avisa de que, si no se toman medidas, cuando vuelva el crecimiento podría producirse una desbandada que derivaría en «un riesgo para la operatividad» de muchas unidades.
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