En el encuentro, presidido por el cardenal Rouco Varela, ha intervenido el propio Benedicto XVI desde Roma por videoconferencia.
Miles de personas comienzan a congregarse en la madrileña Plaza de Colón para asistir a partir de las 11.00 horas al acto litúrgico "Por la familia cristiana", que estará presidido por el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco.
La plaza y las calles anexas se encuentran desde las 10.00 horas prácticamente ocupadas por ciudadanos procedentes de todos los puntos de España, como Sevilla, Málaga o Melilla, e incluso de Portugal.
Los autocares que trasladan a las familias están aparcando en las zonas reservadas de las calles de Alfonso XII -junto al parque del Retiro-, Alcalá, entre la Plaza de la Independencia y la calle de O'Donnell, Menéndez Pelayo y la avenida Ciudad de Barcelona.
Entre los asistentes se encuentran muchos niños, algunos acomodados en sus carritos, y bastantes jóvenes, todos bien abrigados porque, si bien brilla el sol en la capital, las temperaturas rondan los cuatro grados.
Igualmente son visibles una gran cantidad de banderas de España y de las comunidades neocatecumenales.
A las 11.00 horas dará comienzo el acto con la proyección en pantallas gigantes de vídeos de Juan Pablo II, uno de ellos correspondiente a su homilía en la Plaza de Lima de Madrid en 1982, y a continuación subirán al escenario familias, unos abuelos y un joven para ofrecer su testimonio del significado de la familia.
A mediodía se ofrecerá en directo el rezo del Angelus de Benedicto XVI desde Roma y también podrá escucharse el mensaje que el pontífice dirige a las familias españolas poco después de que Antonio María Rouco se dirija a los asistentes desde el escenario montado en la Plaza de Colón.
La organización prevé que asistan a este acto, que impulsan el Arzobispado de Madrid y el movimiento apostólico Camino Neocatecumenal, entre un millón y medio y dos millones de personas.
El área restringida al tráfico en la capital con motivo de este acto comprende el Paseo de Recoletos, la calle de Génova, los carriles centrales del Paseo de la Castellana, la calle de Goya y la de Jorge Juan, y la estación de Metro de Colón se encuentra cerrada por motivos de seguridad. EFE
Me he educado en una familia católica por tradición, como muchas familias de España. No soy "muy practicante", teniendo en cuenta de que se es o no se es, pero bueno.
ResponderEliminarLo que a mí me inculcaron mis catequistas de comunión y confirmación es que Dios me ama, Jesús me ama y que yo puedo y debo amar al otro para así también amar a Dios; esto es, amar a Dios amando al prójimo.
El amor al prójimo supone, entre otras muchos miles de detalles, el respetar su forma de pensar, su credo, su sus derechos como persona, como ciudadano. Sin embargo, no veo ese amor en la jerarquía de la Iglesia que trata de imponer su modelo de vida mediante reproches continuos a la sociedad; sociedad plural conformada por no creyentes y creyentes de distintas confesiones, y personas de venidas de diversas culturas que no tienen por qué compartir las creencias y “razonamientos” de una corriente religiosa.
Somos parte de una democracia “joven”, construida de nuevo sobre los pilares de los derechos y deberes constitucionales que necesitan de tiempo y maduración para ser desarrollados plenamente mediante las leyes. Bajo este punto de vista se sitúa el reconocimiento a los ciudadanos de contraer matrimonio con otro ciudadano del mismo sexo y esto es lo que ha dado pie a la evolución del concepto de familia.
Hasta ahora conocíamos un único concepto de familia, heredado por la tradición y asumido profundamente por la Iglesia Católica en su segundo milenio de existencia. Es comprensible que dentro de los templos se refuerce la idea de familia como "la unión indisoluble entre un hombre y una mujer", según palabras del papa Benedicto XVI. Pero resulta que ésta es una visión sesgada del significado de la familia.
Para la sociología, una familia es un conjunto de personas unidas por lazos de parentesco: vínculos de afinidad derivados del matrimonio y vínculos de consanguinidad, como la filiación entre padres e hijos o los lazos que se establecen entre los hermanos que descienden de un mismo padre.
La familia, pues, comienza en el matrimonio, que hasta ahora se había reducido a la unión de un hombre con una mujer. Pero, ¿qué pasa con las personas del mismo sexo que querían emprender una vida juntos? Hasta hace un tiempo no era posible, puesto que no se contemplaba la unión de parejas del mismo sexo como matrimonio, mas esto se convertía en una injusticia a la vez que una contradicción en el Estado de Derecho, porque se daba lugar a una violación del artículo 14 de la Constitución Española de 1978:
Artículo 14
“Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.”
Con el cambio del concepto de matrimonio (unión entre dos que cuenta con un reconocimiento social, cultural o jurídico, y tiene por fin fundamental la fundación de un grupo familia) podríamos decir que queda completo el de familia.
Como católico, no entiendo la postura de muchos hermanos que se han lanzado hoy a la calle (con todo su derecho) para manifestarse en defensa de la familia católica, como si existiera en la mente de alguien destruir este concepto. La idea de familia católica tiene sentido dentro del catolicismo, de la misma manera que las demás confesiones religiosas tienen una concepción de lo que debería ser la familia. Pero debemos partir de una base común, que represente a todo el mundo sea del pensamiento que sea, para que tú, cristiano, musulmán, budista, confucionista, agnóstico o ateo puedas formar tu familia según tu pensamiento.
Decir que “la familia debe ser la primera prioridad mundial”, como ha proclamado D. Antonio Cañizares, arzobispo de Toledo, es una gran verdad, pues pensando en la familia mejoraríamos muchos aspectos de nuestra sociedad; pero decir que “la sociedad española vive una gran amenaza social con legislaciones inicuas e injustas”, eso es una falacia, en tanto en cuanto las leyes han sido aprobadas por un congreso y un senado que representa la soberanía del Pueblo.
En el diario El país.com, en su edición de hoy, domingo 30 de diciembre de 2007, se puede leer que el cardenal Agustín García-Gasco, arzobispo de Valencia, que ha criticado "la cultura del laicismo", que ha calificado como "un fraude" que "sólo conduce a la desesperación por el camino del aborto, el divorcio express y las ideologías que pretenden manipular la educación de los jóvenes", y por lo que "nos dirigimos a la disolución de la democracia".
Yo imagino que esto de que la gente se divorcie y que no se pueda casar de nuevo por la Iglesia les ha tenido que fastidiar mucho, están perdiendo “perras”; y aquello de que otros se hayan apuntado al carro de la “manipulación” de la educación de los jóvenes, pues también les ha tenido que patear, acostumbrados a ser los únicos que hasta ahora han manipulado (¿o decir que nos dirigimos a la disolución de la democracia no es un intento de manipulación y de generación de un estado de ansiedad en la sociedad en general?)
Kiko Argüello, hoy también ha dicho: "estos gobiernos ateos y laicos nos quieren hacer creer que nuestra nave, nuestra vida, no va a ningún lado y no es cierto". Hombre, de momento vamos a dejar claro que nuestro país es un país aconfesional según el Artículo 16.3 de la Constitución de 1978, o laico, si usted quiere, pero desde luego ateo sí que no lo es. No obstante, los españoles sí que saben donde ha estado “la nave” de la Iglesia española en al época de la dictadura de Franco, e imagino que no querrán volver al mismo puerto.
"Ofrecemos nuestro testimonio, no lo imponemos", ha asegurado el cardenal Varela para acto seguido llamar a la "evangelización de la sociedad española". El arzobispo de Madrid ha citado directamente el artículo 16.3 de la declaración de los derechos humanos: "Constatamos tristemente que el ordenamiento jurídico español ha dado marcha atrás con respecto a la declaración de Derechos Humanos de la ONU", ha asegurado Rouco Varela.
Yo, más bien, diría lo contrario.