23 de noviembre de 2010

Tragedia en Camboya: 'No se podía respirar, hacía mucho calor y la gente no paraba de empujar'

El día después de los hechos, muchos buscan a sus familiares aún
Miles de personas lanzan ofrendas al río en señal de duelo


Una mujer llora aferrada al cadáver de una de las víctimas de la estampida.
Trágica estampida humana en el Festival del Agua camboyanoREUTERS
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Phnom Penh resurge (Nómadas)


RTVE.es/AGENCIAS 
23.11.2010 - 08:06h
"Muchos querían ir a la isla para ver los espectáculos y el puente se bloqueó. Algunos iban a ayudar, pero no hacía más que incrementar el número de gente". Es el relato de un agnete de seguridad, Visna, que ha permitido empezar a esclarecer cómo se desató el suceso que se ha cobrado la vida de 378 personas.
Ahora, esta mañana, es momento de seguir buscando víctimas y supervivientes y, en definitiva, de hacer balance sobre cómo ha podido ocurrir una tragedia así. De momento, grupos de personas se agolpan a ambos lados del puente para lanzar ofrendas al río en señal de duelo.

Panorama desolador

El lugar de los hechos está lleno de zapatos perdidos por las víctimas en su intento de escapar y algunos niños aún buscaban desesperados a sus familiares.
"No sé qué ha pasado con mis familiares. No sé si están vivos o muertos", gritaba una mujer a los medios presentes.
"Este es el tercer hospital que visito", asegura a la agencia EFE el joven Ly Chomban, quien busca a un amigo que no tiene familia en Phnom Penh.
A su lado, Rum Thearey sujeta con fuerza la foto de su hermana pequeña, Sopheap,mientras hace cola para inscribir su nombre en la lista de fallecidos.
"Sólo tenía 21 años y había ido a ver un concierto con sus amigas. Cuando vi por la televisión lo que había pasado, la llamé, pero no contestó, así que empecé a buscarla en los hospitales", prosigue su relato Thearey.
Al final la encontró en Calmette, uno de los seis centros sanitarios que han recibido a los muertos en la desgracia.
Allí los cadáveres, como el de Sopheap, están colocados en pequeñas tiendas improvisadas donde los familiares entran a identificarlos.

El día después

Según diferentes versiones de testigos, la avalancha se produjo cuando por el apelotonamiento, el intenso calor y la humedad, cientos de personas, la mayoría jóvenes, comenzaron a empujarse y atropellarse, mientras que otros indican que secorrió el rumor de que el puente iba a derrumbarse.
"No se podía respirar, hacía mucho calor y la gente no paraba de empujar. Yo pude salirme antes de que pasara algo", recuerda Sophal Ice, un joven de la provincia de Kandal que había ido a Phnom Penh para el festival.
El primer ministro, Hun Sen, ha señalado que todavía no están claras las causas y que la Policía ha iniciado una investigación que será dirigida por una comisión especial.
Los hospitales de la ciudad, bajo luto oficial, han amanecido este lunes desbordados por la cantidad de heridos recibidos, sobre todo el centro hospitalario Calmete, uno de los mayores del país.
Fuentes de los servicios de emergencia indicaron que decenas de personas se arrojaron al agua para evitar ser aplastadas por la riada de gente, que asistía al último de los tres días del Festival del Agua, la mayor celebración camboyana.

Indemnizaciones para las familias

Hun Sen, que ha ordenado a las instituciones del Estado arriar la bandera a media hasta en señal de duelo, ha asegurado que se trata de la peor tragedia desde el genocidio del Jemer Rojo durante los años 1970.
"Quiero expresar mis condolencias a las familias de las víctimas", ha comunicado el primer ministro en un mensaje televisado.
El Gobierno se ha comprometido a indemnizar con 5 millones de rieles (1.250 dólares o 906 euros) a las familias de los fallecidos y con un millón de rieles (250 dólares o 181 euros) a las de los heridos.
Las autoridades estiman en más de dos millones de personas las que acudieron para celebrar la última jornada del festival, en el que los asistentes se congregan a orillas del río Tonle Sap para rendir homenaje al agua y despedir los monzones.
Las celebraciones incluyen regatas que son causa habitual de accidentes, como la ocurrida en 2007, cuando cinco singapureses murieron al hundirse la embarcación con 22 personas a bordo.

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