Los líderes demócratas y republicanos del Congreso han anunciado un acuerdo sobre los principios básicos del plan de rescate que solicita el Gobierno para hacer frente a las crisis financiera. "Confío en que podamos actuar con rapidez" para ratificar el programa, valorado en 700.000 millones de dólares, ha afirmado el presidente del Comité de Banca del Senado, Christopher Dodd.
El mismo optimismo ha manifestado el senador republicano Robert Bennett: "preveo que tendremos un plan que puedan aprobar la Cámara Baja y el Senado, firmar el presidente y que aporte certidumbre a esta crisis".
Ambos legisladores se han encerrado en el Capitolio durante más de dos horas con sus colegas de los comités con atribuciones financieras de ambas cámaras para poner por escrito un consenso que se ha ido formando en los últimos días. Ahora la pelota está en el campo de la Casa Blanca, que deberá decidir si acepta los principios adelantados por los legisladores y así garantizarse una aprobación sin tardanza de la ayuda.
Los pincipios acordados
Estos principios consisten en la protección del dinero del contribuyente, un mecanismo de supervisión del programa y un límite a los salarios de los ejecutivos de las empresas que se beneficien de la ayuda. Barney Frank, presidente del Comité de Servicios Financieros de la Cámara Baja, ha declarado que el acuerdo responde "a la mayoría" de las preocupaciones de los demócratas, al tiempo que a la petición central del Gobierno.
El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, ha dicho que espera que su Gobierno y el Congreso puedan llegar "muy pronto" a un acuerdo. El todavía líder estadounidense ha realizado estas declaraciones antes de comenzar una reunión con los candidatos presidenciales, el republicano John McCain y el demócrata Barack Obama, así como los líderes del Congreso.
Los contribuyentes se rebelan
El plan de rescate no ha recibido una buena acogida entre los contribuyentes. Los buzones de correo electrónico de los congresistas de EEUU están llenos de mensajes opuestos al plan de rescate de los bancos, mientras que están previstas protestas en todo el país. Un grupo prevé cubrir de basura una escultura de bronce de un toro cerca de Wall Street, la cual se convirtió en una representación visual del dinamismo de los mercados, en sus buenas épocas.
La acción simboliza el enfado de muchos ciudadanos comunes por el desastre que han causado los magnates financieros del país y refleja las pocas ganas que tienen de poner sobre la mesa 700.000 millones de dólares de dinero público para rescatarlas, como propone el plan del Gobierno. En total están previstas unas 150 protestas en todo el país, organizadas por grupos de izquierda, pero el enojo también cala en las filas conservadoras.
Son muchos los congresistas de uno y otro lado que han confirmado que sus teléfonos no paran de sonar. "Es difícil discutir con la gente que dice que no hay que ayudar a los peces gordos que nos han llevado a esta situación", reconoce el congresista de Colorado Doug Lamborn. La protesta generalizada de los contribuyentes ha colocado en una posición difícil a los legisladores, que al mismo tiempo sienten la presión de la Casa Blanca para que aprueben el programa con urgencia o se expongan a causar un "pánico financiero", como alertó ayer el presidente George W. Bush.
Los demócratas insisten en que el programa debe incluir medidas para proteger a los propietarios de viviendas que corren el peligro de perder su casa. Por su parte, numerosos republicanos, especialmente en la Cámara de Representantes, se sienten incómodos en autorizar una intervención masiva en los mercados que va en contra de su creencia en el libre mercado.
El mismo optimismo ha manifestado el senador republicano Robert Bennett: "preveo que tendremos un plan que puedan aprobar la Cámara Baja y el Senado, firmar el presidente y que aporte certidumbre a esta crisis".
Ambos legisladores se han encerrado en el Capitolio durante más de dos horas con sus colegas de los comités con atribuciones financieras de ambas cámaras para poner por escrito un consenso que se ha ido formando en los últimos días. Ahora la pelota está en el campo de la Casa Blanca, que deberá decidir si acepta los principios adelantados por los legisladores y así garantizarse una aprobación sin tardanza de la ayuda.
Los pincipios acordados
Estos principios consisten en la protección del dinero del contribuyente, un mecanismo de supervisión del programa y un límite a los salarios de los ejecutivos de las empresas que se beneficien de la ayuda. Barney Frank, presidente del Comité de Servicios Financieros de la Cámara Baja, ha declarado que el acuerdo responde "a la mayoría" de las preocupaciones de los demócratas, al tiempo que a la petición central del Gobierno.
El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, ha dicho que espera que su Gobierno y el Congreso puedan llegar "muy pronto" a un acuerdo. El todavía líder estadounidense ha realizado estas declaraciones antes de comenzar una reunión con los candidatos presidenciales, el republicano John McCain y el demócrata Barack Obama, así como los líderes del Congreso.
Los contribuyentes se rebelan
El plan de rescate no ha recibido una buena acogida entre los contribuyentes. Los buzones de correo electrónico de los congresistas de EEUU están llenos de mensajes opuestos al plan de rescate de los bancos, mientras que están previstas protestas en todo el país. Un grupo prevé cubrir de basura una escultura de bronce de un toro cerca de Wall Street, la cual se convirtió en una representación visual del dinamismo de los mercados, en sus buenas épocas.
La acción simboliza el enfado de muchos ciudadanos comunes por el desastre que han causado los magnates financieros del país y refleja las pocas ganas que tienen de poner sobre la mesa 700.000 millones de dólares de dinero público para rescatarlas, como propone el plan del Gobierno. En total están previstas unas 150 protestas en todo el país, organizadas por grupos de izquierda, pero el enojo también cala en las filas conservadoras.
Son muchos los congresistas de uno y otro lado que han confirmado que sus teléfonos no paran de sonar. "Es difícil discutir con la gente que dice que no hay que ayudar a los peces gordos que nos han llevado a esta situación", reconoce el congresista de Colorado Doug Lamborn. La protesta generalizada de los contribuyentes ha colocado en una posición difícil a los legisladores, que al mismo tiempo sienten la presión de la Casa Blanca para que aprueben el programa con urgencia o se expongan a causar un "pánico financiero", como alertó ayer el presidente George W. Bush.
Los demócratas insisten en que el programa debe incluir medidas para proteger a los propietarios de viviendas que corren el peligro de perder su casa. Por su parte, numerosos republicanos, especialmente en la Cámara de Representantes, se sienten incómodos en autorizar una intervención masiva en los mercados que va en contra de su creencia en el libre mercado.
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