Texto de Manuel Enrique Medina Tornero, Cronista Oficial de Archena.
La vida del hombre de Archena se confunde con la historia del agua sobre una tierra sedienta. Tanto desde la utilización de técnicas de regadío como de instrumentos para el mismo, así como la generación de estructuras sociales y organizativas, el hombre de Archena ha vivido todo lo relacionado con el agua de forma intensa, dramática y fatalista.
En bastantes ocasiones hemos escrito que si hay alguna característica que pueda definir la razón de ser de Archena, ésta es, sin duda, la del agua. Creado este pueblo a orillas del río Segura, en cuyas fértiles tierras y montañas los íberos primero y, más tarde romanos y árabes, dejaron constancia de su presencia. Sin embargo, ha sido la mano del hombre la que ha conseguido que el agua sea una fuente de riqueza para este laborioso pueblo de artesanos del riego. La mayor muestra de la capacidad de administración y uso del agua en estas sedientas tierras fue la construcción de acequias y la utilización de artefactos para el riego.
El huertano archenero (romano, árabe o cristiano, medieval o moderno) fue saneando, con el tiempo, un valle otrora malsano, pantanoso y encharcado; construyó azudes, estacadas, presas y acequias; se impuso unos derechos y unos deberes y luchó siempre, y sigue luchando, contra factores adversos que, frecuentemente lo sumen en la rutina y otras veces goza de los frutos de unas tierras que podemos calificar como "paraíso en la tierra".
Durante siglos, la principal ocupación de los vecinos de Archena fue la agricultura; en sus tareas se empleaban casi la totalidad de los habitantes. Sabemos por la carta de población que las labores agrícolas eran también la principal misión encargada por la Orden a los mudéjares de Archena, dedicándole numerosos apartados. Estos mudéjares mantenían y conservaban con esmero, y no sin arduos esfuerzos, el aprovechamiento del agua del río a través de la construcción de acequias para el riego de las zonas más altas. De ahí que una de las características importantes de estos pueblos vecinos tanto del Valle de Ricote como de la vega del Segura, sea el uso compartido -a pesar de los problemas- del agua para riego. Archena dependía del azud de Villanueva, Molina del azud de Archena, así como Alguazas, Ceutí, Lorquí y las Torres de Cotillas del azud de Archena.
En Archena las acequias son las arterias por donde circula el agua que va a permitir que la vida llegue a donde el río por sí mismo no puede. La cultura del agua en Archena es algo digno de un estudio más pormenorizado, pero es importante decir que forma parte de la vida de los archeneros como tantos otros pueblos de nuestra geografía regional, de la acequia las hileras, los brazales, los portillos casi con nombres propios, las tandas de riego, hasta un largo etcétera.La acequia más importante de Archena es la Acequio principal o acequia mayor que nace en el azud de Villanueva y de la que ya encontramos referencias en el siglo XIII.Esta acequia atraviesa el pueblo y ha sido durante muchos años referente económico (según llevase agua o no), social (en la acequia se lavaba, de la acequia se tomaba el agua para el uso doméstico), lúdico (en la acequia se bañaban en verano) y para otros usos como abrevadero de los animales y celebraciones.
La acequia principal también ha dado lugar a una de las construcciones hidráulicas de más importancia en el pueblo, la realizada entre los años 1628-1634, para el cambio de lugar, y del curso de la acequia, construyendo lo que se conoce como "las minas" que conduce el agua desde el paraje de La Morra hasta La Cerca en la misma ribera del río, aproximadamente 1.800 metros bajo tierra.Otra de las acequias que construyen la historia de Archena es Lo Caravija que tenía como misión regar las tierras altas de la margen izquierda del río Segura y las incipientes tierras de La Algaida. En esta acequia también se hizo una importante obra de ingeniería hidráulica para sortear la hoy conocida como Rambla del Arco, que en realidad debe su nombre, precisamente, a los arcos de piedra que se construyeron para salvar el desnivel y las avenidas de la rambla y poder regar las tierras de trigo que la Orden tenía en esta zona.La Acequia de Alguazas que nace en el azud de Archena servía para regar las tierras de Alguazas, Ceutí y Las Torres de Cotillas, Su origen documentado se aproxima como mínimo al siglo XIII.Importante fueron también las excavaciones de las "minas" de La Algaida para dotar de agua a la acequia mayor de Molina (La Subirana), obra de gran ingenio y espectacularidad que lleva la impronta del arquitecto Melchor de Luzón en 1651.
NORIAS Y ACEÑASA mediados del siglo XIX existían en Archena 7 norias, 3 aceñas y varios artefactos de jarros y cajones para elevar el agua. En la actualidad apenas las norias son vestigios históricos que deben conservarse como así se está haciendo. Son un patrimonio que nos legaron nuestros padres y se debe hacer un gran esfuerzo por recuperar la memoria.
Quisiera traeros los versos de nuestro poeta Vicente Medina "los oasis de Murcia":
Ya sé que mi tierra
tiene pobre la traza...
Mi tierra morisca es pobre
donde no hay agua
Mi tierra es tierra de moros,
mi tierra es tierra africana...
mi tierra tiene el oasis
donde hay agua...
Hay que tener de mi tierra
el alma
"pa" apreciar en lo que vale
el agua
... Porque es la ilusión, la vida
y la esperanza,
para el hombre de mi tierra,
el agua
Autor: Manuel Enrique Medina Tornero.Publicado en: "La Archena de ayer... en 7 postales". 2003
La vida del hombre de Archena se confunde con la historia del agua sobre una tierra sedienta. Tanto desde la utilización de técnicas de regadío como de instrumentos para el mismo, así como la generación de estructuras sociales y organizativas, el hombre de Archena ha vivido todo lo relacionado con el agua de forma intensa, dramática y fatalista.
En bastantes ocasiones hemos escrito que si hay alguna característica que pueda definir la razón de ser de Archena, ésta es, sin duda, la del agua. Creado este pueblo a orillas del río Segura, en cuyas fértiles tierras y montañas los íberos primero y, más tarde romanos y árabes, dejaron constancia de su presencia. Sin embargo, ha sido la mano del hombre la que ha conseguido que el agua sea una fuente de riqueza para este laborioso pueblo de artesanos del riego. La mayor muestra de la capacidad de administración y uso del agua en estas sedientas tierras fue la construcción de acequias y la utilización de artefactos para el riego.
El huertano archenero (romano, árabe o cristiano, medieval o moderno) fue saneando, con el tiempo, un valle otrora malsano, pantanoso y encharcado; construyó azudes, estacadas, presas y acequias; se impuso unos derechos y unos deberes y luchó siempre, y sigue luchando, contra factores adversos que, frecuentemente lo sumen en la rutina y otras veces goza de los frutos de unas tierras que podemos calificar como "paraíso en la tierra".
Durante siglos, la principal ocupación de los vecinos de Archena fue la agricultura; en sus tareas se empleaban casi la totalidad de los habitantes. Sabemos por la carta de población que las labores agrícolas eran también la principal misión encargada por la Orden a los mudéjares de Archena, dedicándole numerosos apartados. Estos mudéjares mantenían y conservaban con esmero, y no sin arduos esfuerzos, el aprovechamiento del agua del río a través de la construcción de acequias para el riego de las zonas más altas. De ahí que una de las características importantes de estos pueblos vecinos tanto del Valle de Ricote como de la vega del Segura, sea el uso compartido -a pesar de los problemas- del agua para riego. Archena dependía del azud de Villanueva, Molina del azud de Archena, así como Alguazas, Ceutí, Lorquí y las Torres de Cotillas del azud de Archena.
En Archena las acequias son las arterias por donde circula el agua que va a permitir que la vida llegue a donde el río por sí mismo no puede. La cultura del agua en Archena es algo digno de un estudio más pormenorizado, pero es importante decir que forma parte de la vida de los archeneros como tantos otros pueblos de nuestra geografía regional, de la acequia las hileras, los brazales, los portillos casi con nombres propios, las tandas de riego, hasta un largo etcétera.La acequia más importante de Archena es la Acequio principal o acequia mayor que nace en el azud de Villanueva y de la que ya encontramos referencias en el siglo XIII.Esta acequia atraviesa el pueblo y ha sido durante muchos años referente económico (según llevase agua o no), social (en la acequia se lavaba, de la acequia se tomaba el agua para el uso doméstico), lúdico (en la acequia se bañaban en verano) y para otros usos como abrevadero de los animales y celebraciones.
La acequia principal también ha dado lugar a una de las construcciones hidráulicas de más importancia en el pueblo, la realizada entre los años 1628-1634, para el cambio de lugar, y del curso de la acequia, construyendo lo que se conoce como "las minas" que conduce el agua desde el paraje de La Morra hasta La Cerca en la misma ribera del río, aproximadamente 1.800 metros bajo tierra.Otra de las acequias que construyen la historia de Archena es Lo Caravija que tenía como misión regar las tierras altas de la margen izquierda del río Segura y las incipientes tierras de La Algaida. En esta acequia también se hizo una importante obra de ingeniería hidráulica para sortear la hoy conocida como Rambla del Arco, que en realidad debe su nombre, precisamente, a los arcos de piedra que se construyeron para salvar el desnivel y las avenidas de la rambla y poder regar las tierras de trigo que la Orden tenía en esta zona.La Acequia de Alguazas que nace en el azud de Archena servía para regar las tierras de Alguazas, Ceutí y Las Torres de Cotillas, Su origen documentado se aproxima como mínimo al siglo XIII.Importante fueron también las excavaciones de las "minas" de La Algaida para dotar de agua a la acequia mayor de Molina (La Subirana), obra de gran ingenio y espectacularidad que lleva la impronta del arquitecto Melchor de Luzón en 1651.
NORIAS Y ACEÑASA mediados del siglo XIX existían en Archena 7 norias, 3 aceñas y varios artefactos de jarros y cajones para elevar el agua. En la actualidad apenas las norias son vestigios históricos que deben conservarse como así se está haciendo. Son un patrimonio que nos legaron nuestros padres y se debe hacer un gran esfuerzo por recuperar la memoria.
Quisiera traeros los versos de nuestro poeta Vicente Medina "los oasis de Murcia":
Ya sé que mi tierra
tiene pobre la traza...
Mi tierra morisca es pobre
donde no hay agua
Mi tierra es tierra de moros,
mi tierra es tierra africana...
mi tierra tiene el oasis
donde hay agua...
Hay que tener de mi tierra
el alma
"pa" apreciar en lo que vale
el agua
... Porque es la ilusión, la vida
y la esperanza,
para el hombre de mi tierra,
el agua
Autor: Manuel Enrique Medina Tornero.Publicado en: "La Archena de ayer... en 7 postales". 2003
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