Dos familias paraguayas se atrincheran en su vivienda después de recibir varios disparos provenientes de un fusil de aire comprimido
BRUJÁN/ La Verdad
Dos matrimonios paraguayos, junto a un bebé de uno de ellos, tienen que vivir prácticamente atrincherados en su piso de una céntrica calle de la localidad al estar siendo víctimas de disparos que provienen del exterior y que ya les han ocasionados heridas a uno de ellos y roturas de los cristales de las ventanas.
BRUJÁN/ La Verdad
Dos matrimonios paraguayos, junto a un bebé de uno de ellos, tienen que vivir prácticamente atrincherados en su piso de una céntrica calle de la localidad al estar siendo víctimas de disparos que provienen del exterior y que ya les han ocasionados heridas a uno de ellos y roturas de los cristales de las ventanas.
El calvario comenzó el pasado 21 de mayo, vísperas del Corpus, cuando Ami y Rossana, dos mujeres paraguayas que viven en un piso de alquiler en la calle Marquesa Villa San Román, se asustaron al contemplar como dos proyectiles rompían los cristales de la ventana de la habitación donde duerme Lucas, el bebé de tres meses de la primera mujer, y se incrustaban en la pared. Unos días después ocurrió lo mismo aunque esta vez en las ventanas de la cocina y, finalmente, el pasado sábado, cuando el esposo de Ami, Alcides, se encontraba hablando por teléfono en ese mismo espacio y recibió el impacto en su espalda de otro disparo.
«Con el calor que hace no podemos ni abrir las ventanas y tenemos que tener las persianas bajadas», dice Rossana que ya ha puesto los sucesos en conocimiento de la Guardia Civil. Los proyectiles corresponden al calibre 22 de un arma de aire comprimido y se tiene la sospecha, por la situación del inmueble, un tercer piso, que los disparos se están realizando desde las viviendas situadas en los edificios de la calle de atrás de esa misma manzana.
En fin de semana
Ami, dice estar asustada por su hijo Lucas y espera que la policía sea capaz de dar con el autor, aunque es consciente de la dificultad de dar con su paradero. Después de darle muchas vueltas a la cabeza, analizando la situación, y dado que no tienen enemistad con nadie, estas personas que viven de su trabajo en el campo de Cartagena, ahora en paro forzoso por la huelga del transporte, han observado que los disparos se producen siempre los fines de semana y siempre sobre el atardecer.
El propietario del piso, F.M.L. ha tenido que preocuparse de sus inquilinos y, además de tener que reponer los cristales rotos, ha informado también a la Guardia Civil del hecho, preocupado por la seguridad de estas personas que no ganan para sustos y que tienen que vivir literalmente atrincherados por temor a ser heridos.
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