8 de enero de 2012

Real Murcia/ Casi un milagro en Tarragona (0-2)


Un colosal Alberto y la puntería de Cristian García salvan al Murcia, que se vio dominado por el 

Nástic El Murcia sufre, pero saca adelante el duelo en Tarragona y sigue la estela de los primeros
JOSÉ OTÓN.-/ La Verdad
El partido que debía servir para que el Real Murcia diera un puñetazo en la mesa que lo convirtiera en un aspirante al ascenso, fue una auténtica batalla. Aunque el equipo de Iñaki no va a subir en esta jornada ningún puesto en la clasificación, sí va a subir un peldaño en sus aspiraciones respecto al objetivo de la temporada. Y en su moral, cada vez más sólida. Además ayer demostró que se puede dejar las figuras en casa y que por eso el conjunto no va a dejar imprimirle al asunto casta y coraje.

El equipo grana es, junto al Córdoba, el que nadie esperaba en los puestos altos. Ayer sufrió, se encomendó a la puntería de Cristian y a la magia de Alberto, además del derroche de jugadores como Iturra o Amaya, el espíritu de este Real Murcia. La victoria de ayer le deja a un paso y medio de meterse arriba de verdad y ahora en la Nueva Condomina tiene que tumbar a un Córdoba que ya sabe lo que es ganar en Murcia haciendo muy poco.
Si se borran los primeros cuatro minutos, el arranque grana fue prometedor. Salvando el remate de Peragón, solo en el punto de penalti, el equipo de Iñaki se mostró mejor plantado sobre el terreno de juego. Tras el susto, el Real Murcia tomó las riendas. Primero con la jugada de Cristian que salvó Rubén Pérez con la punta de la bota y cinco minutos más tarde con el remate de Óscar Sánchez al larguero y el posterior rechace del argentino cruzado al fondo de las mallas.
Al equipo grana solo le faltaba que apareciera Richi para tener más el balón. Incluso que el equipo diera un paso más adelante para presionar a una defensa que era un flan. Óscar estaba brillando como lateral zurdo con un segundo disparo que había rozado el larguero y el Ruso demostraba, marcando en la segunda ocasión que tenía en ocho minutos, que apunta a delantero titular del equipo. Hasta Isaac había creado dos ocasiones de peligro buscando a sus compañeros en el punto de penalti.
Pero también había cosas que corregir. El Real Murcia necesitaba más posesión y la banda derecha necesitaba muchas ayudas de Óscar Sánchez, que caía desdela izquierda. La prueba de que al equipo grana le faltaba algo era que el Nástic volvió a crear dos ocasiones más. La primera con un disparo cruzado de Viguera y la segunda, la más clara, con un mano a mano de Peragón que sacó Alberto a lo Casillas. A ocho minutos del final de la primera parte Mario Marín saltó al campo por Molinero, sancionado con una tarjeta amarilla. Lo mejor es que Iván Amaya, que volvía al 'once' titular, imponía su jerarquía y su anticipación en defensa en los últimos minutos de la primera mitad, con el Nástic volcado sobre la portería de Alberto, crucial con otra intervención apoteósica. Iñaki Alonso tenía que ingeniárselas para matar el partido.
Tras el descanso, D'Alessandro puso toda su artillería en el campo. Pero fue el Real Murcia el que tuvo las más claras en la reanudación. Primero con un disparo de Óscar que volvió a rozar el larguero. Al menos en dos ocasiones se plantó en el área del Nástic en superioridad, pero sin definición. Un segundo gol acrecentaría las dudas del Nástic y las de su público. Pero el Real Murcia seguía empeñado en no matar el encuentro y darle esperanzas a su rival.
Mario Marín, que había entrado en la recta final de la primera parte para proteger el lateral derecho, veía la amarilla y volvía a comprometer a su equipo, que necesitaba pausa. Porque ni Emilio ni Richi se la daban. Sin embargo, Iturra sí brillaba. Eso sí, el equipo grana seguía asustando arriba, primero con las internadas de Isaac, que no terminaba de levantar la cabeza, y después con un remate de Párraga que sacó con la punta de los dedos Rubén Pérez. Pese a las pequeñas grietas, el equipo de Iñaki luchaba como una bestia.
Pero la jerarquía del Real Murcia se diluyó. El Nástic se convirtió en un huracán y comenzó a llegar por las dos bandas. Pero el equipo grana tenía a Alberto. El portero salmantino sacó otro disparo a bocajarro, esta vez de Powel. Fue una parada de fútbol sala y un nuevo aviso de que si el equipo grana seguía así, la recta final sería un infierno. El Nástic se había agrandado y se lo empezaba a creer. La salida de Pedro dio oxígeno al equipo de los Samper. Puso templanza por momentos a un Real Murcia que ganaba de milagro, vistas las innumerables ocasiones de las que disponía el Nástic, y que estaba muy echado atrás.
El Real Murcia se agarraba a la solvencia de Alberto, a la de Iván Amaya, a la de Iturra y a la electricidad del Ruso, que por momentos aparecía y ponía en aprietos a la defensa tarraconense. Pero el Nástic siguió siendo una apisonadora en los últimos minutos y Alberto el salvador grana. Powel, a lo Cid Campeador, las tocaba todas. Pero no como el Ruso, que en la tercera ocasión que tuvo, marcó el segundo y catapultó a su equipo hacia la zona alta de la tabla.

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