Francisco Rivera Matador
Pura raza torera, Rivera Ordóñez, 'Paquirri', reduce la polémica a que «el toro se ve como un símbolo español»
La VerdadEn vísperas de que el Parlament aborde el debate que podría suponer la estocada definitiva para los toros en Cataluña, Francisco Rivera Ordóñez embiste como el más bravo de los morlacos. Con más de mil corridas a sus espaldas, no sólo es uno de los matadores más veteranos del escalafón. También es pura raza torera. Hijo, nieto, sobrino y hermano de toreros, por sus venas corre sangre de tres históricas figuras del toreo -Rivera, Ordóñez y Dominguín-. Casi nada. Le sobran argumentos para pronunciarse y en cuanto se le pregunta entra a matar. «El debate de Cataluña es pura política. Igual que el toro de Osborne se ve como un símbolo español y se han inventado el burrito catalán por oposición, se está desvirtuando el toro», lamenta.
- Maestro... ¿Rivera Ordóñez o Paquirri?
- Cualquiera de los dos. Rivera Ordóñez son mis apellidos; Paquirri, mi padre. Y sobra decir la ilusión y el orgullo que me hace sentir llevar su nombre.
- Sin embargo, su decisión de anunciarse como Paquirri ha levantado ampollas. Le invito a que la defienda.
- Me parece tan rastrero que la gente critique algo así... La ilusión de toda mi vida ha sido anunciarme como Paquirri, y si no lo hice antes fue por respeto hacia mi abuelo. Y porque -sobra también decirlo- tan orgulloso me siento del Rivera como del Ordóñez, como del Dominguín.
- ¿Descartada entonces una mera operación de marketing?
- El destino quiso que este año se cerrara en Asprona, Albacete, un cartel que anunciaba los mismos apellidos que aquél que fue tan habitual en la época de mi padre: Paquirri, Dámaso González y Manzanares. En Albacete nos juntábamos por primera vez los hijos de los tres y, aunque en un principio pensé en anunciarme con el nombre de mi padre como efeméride, como recuerdo, me hace tanta ilusión...
-¿Tampoco huele a retirada?
-No, de momento no.
-Pero sí piensa en ella. En alguna ocasión ha confesado que ya «son muchos años y mucho miedo».
-Evidentemente está cada vez más cerca. Hay un momento en el hotel antes de ir a la plaza que se hace horrible. Pero también es cierto que ahora estoy disfrutando como pocas veces. Es de locos pensar que me quedan otros quince años, pero todavía no me veo fuera del ruedo.
- Del ruedo, quizá no. Pero de la Monumental es probable. ¿Se ha hecho ya a la idea de que quizá no vuelva a pisar su albero?
-Qué pena, ¿no? Si eso ocurriera sería una pena terrible.
La 'espantá' de Zapatero
- Sea sincero. ¿Se cree el debate antitaurino?
- A mí me encanta torear en Barcelona porque su afición es fabulosa, pero allí se ve el toro como un símbolo español. Efectivamente, los toros son la fiesta nacional, pero hoy está todo rarísimo. En TVE no ponen nada de toros, en RNE un programita de nada. Tampoco hay apoyo del Gobierno y todo eso me lleva a pensar que es un tema puramente político...
- ...Que surge de esa asociación de la fiesta a España.
- Sí. Igual que el toro de Osborne se ve como un símbolo español y se han inventado el burrito catalán por oposición, se está desvirtuando el toro. Yo respeto al que le guste y al que no le guste.
- ¿Se debería hacer algo desde Madrid?
- Hombre, a mí desde luego me gustaría tener el apoyo de mi presidente, al que nunca se le ha visto en una plaza de toros. Un grupo de toreros, empresarios, ganaderos y apoderados le brindamos en una ocasión nuestro deseo de comer con él y se negó.
- ¿A recibirles?
- A recibirnos. Así como ha recibido al gremio de los notarios, los actores o los futbolistas, con nosotros se negó en rotundo.
- ¿Por qué motivo?
-Eso habría que preguntárselo a él.
- ¿Pero no les dio ninguna razón?
- Ninguna. Yo entiendo que le puedan no gustar los toros, igual que a mí a lo mejor no me gusta el voleibol, pero como presidente del Gobierno tiene unas obligaciones con nosotros.
- ¿Qué cree que decidirá al final el Parlament?
- No tengo ni idea. Sólo sé que no estamos en época de prohibir. El prohibir algo ya es, de por sí, feo. Sería como mutilar la cultura española, porque una de las fuentes de las que han bebido siempre nuestros grandes artistas de la literatura, la pintura o la escultura ha sido el toro. Eso es así. Lo quieran ver o no.
- Después de quince años de alternativa y más de mil corridas a sus espaldas, ¿con qué espíritu salta al ruedo cada tarde?
- Los años pesan, pero ahora disfruto mucho más. Antes estaba más metido en la competición, en la competencia. Ahora, sin embargo, disfruto más de ver cuajar un buen toro a un compañero. Al miedo nunca se acostumbra uno porque hay toros que te destrozan por dentro. Pero otros te hacen soñar.
- ¿El peso de sus apellidos le ha colocado más que a nadie ante los ojos y el juicio de la afición y la crítica?
- Evidentemente. Pero es un peso que llevo con enorme orgullo.
- ¿Y han sido más las puertas que le han abierto o los palos que le han colocado en las ruedas?
- Al principio me abrieron puertas. Luego, me las cerraron porque se me exigía más. Pero quiero pensar que la balanza está más o menos compensada. Creo que soy un tío afortunado y le doy gracias a Dios todos los días.
- Desde 2006, se codea en el escalafón con su hermano Cayetano. ¿Por qué hay determinados taurinos que siguen empeñados en enfrentarles?
- Que nos quieran enfrentar en la plaza es bonito porque en ella los dos queremos ser mejor que el otro, aunque yo disfruto tanto con el triunfo de mi hermano como con el mío propio. Lo que es incomprensible, y de muy mala sangre, es que nos quieran enfrentar fuera del coso. Eso es lamentable.
- Se llegó a decir que una vez que le dio usted la alternativa se iba a cortar la coleta para convertirse en su apoderado. ¿Realmente se lo planteó?
- Se han dicho tantas cosas... Esto es como lo de los chistes. ¿Quién inventa los chistes? ¿Quién inventa la cantidad de mentiras y barbaridades que se dicen? Del mismo modo que el de los chistes está sembrado, el otro es un malnacido.
- Hace doce años, su ambición era «firmar una época». Que se llegara a hablar de la época de Rivera Ordóñez igual que se habla a día de hoy de la era de Paquirri, Ordóñez, Manolete o El Cordobés. ¿Siente que ha conseguido su objetivo?
- Alguna vez pienso en ello. En cómo se me recordará, si se hablará de mí como torero, si no, si podré ser un referente para chavales que empiezan... Y lo cierto es que no encuentro respuesta porque hay cosas que me descuadran.
Respeto de los compañeros
- ¿Cuáles?
- No termino de entender ese empeño en criticarme a mí, al Cordobés, a Jesulín, al Fandi... Se nos desprestigia diciendo que somos los toreros mediáticos, como si nosotros nos pusiéramos delante de un caballo de madera. No lo comprendo. Yo he ganado todos los trofeos de todas las ferias de España. De todas. Pero bueno, lo que realmente me enorgullece es que tengo el respeto y el cariño de mis compañeros. Es la medalla que más llevo a gala porque para mí es fundamental.
- ¿Siente que la espada le ha privado de más y mejores triunfos?
- Uy... La espada me ha hecho mucho daño, ha sido muy ingrata conmigo. Le he dedicado mucho tiempo, pero ha sido mi talón de Aquiles y me ha privado de haber podido cumplir muchos sueños a lo largo de mi carrera.
- La reaparición de José Tomás, en 2007, ¿les desplazó un peldaño en el escalafón al resto de matadores?
- No lo creo. En el toreo hay sitio para todos. Las ferias no se montan con un matador. La reaparición de José Tomás ha sido importante para la fiesta, para él, para todo aquél al que le guste el toro. Pero, para gustos, los colores. Y, hoy en día, disfrutamos de un abanico de toreros de un nivel que hacía muchos años que no se veía.
- Pero da la sensación de que José Tomás está por encima del bien y del mal.
- Yo soy muy religioso y no creo que nadie esté por encima del bien y del mal. Para nada.
- ¿Tampoco por encima del resto?
- Para nada. Uno puede hacer cosas importantes, muy importantes, que a lo mejor otro no es capaz de hacer en ese mismo momento, con ese mismo toro. Y otro puede hacer otra cosa, otro día, con otro toro, que no somos capaces de hacer ninguno. En el toreo no hay un 'mejor'. No hay goles, no hay una liga, no hay tiempos... A uno le puede encantar José Tomás y a otro le puede gustar Perera, Manzanares, Cayetano o El Juli. Gracias a Dios, el toreo es eso. Todos estamos de acuerdo en quiénes son los toreros fundamentales para una feria, pero 'el mejor' no existe.
- Con usted tuvo un feo desplante al devolver su Medalla de las Bellas Artes en protesta porque se la concedieran a usted. A toro pasado, ¿cómo vivió aquel episodio?
- Sorprendido. Yo siempre he respetado la opinión de todo el mundo porque cada uno tiene derecho a tener la suya propia. Y porque, sobre todo, yo respeto a todo el que se pone delante de un toro. Me parece que es magia: ver a un hombre que va hacia el toro, cuando lo lógico, lo racional, es salir huyendo. Si respeto la opinión de todo el mundo, imagínese la de los toreros.
- Usted no lo habría hecho, por tanto.
- ¿Yo? Jamás. Cualquier premio que se le dé a un matador de toros es poco. Todo el respeto que se le tenga es poco. Y en mi familia me han enseñado que a los compañeros hay que respetarlos por encima de todo. En la plaza, cada uno quiere ser el mejor y así debe ser. Pero fuera de ella, yo no he escuchado a nadie de mi familia, y en ella están los más grandes de la historia, criticar a un compañero. Jamás.
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