Su nombre es Pedro S. G. y cumple condena como cabecilla de una red de trata de blancas
LA VERDAD
LA VERDAD
Se pilla antes a un mentiroso que a un cojo. Y a este sabio dicho popular también se acogen los asesinos. Pedro S. G., cabecilla de una importante banda dedicada a la prostitución y al tráfico humano, de armas y drogas, se creyó a salvo tras enterrar en un recóndito huerto de la pedanía de Los Torraos (Ceutí) los restos del hombre al que había disparado a bocajarro en la cabeza. Era uno de los suyos, pero le había traicionado. Lo pagó muy caro.
La pala de una máquina excavadora que unos agricultores utilizaban para desfondar la tierra de su huerto sacó a la luz, el 8 de diciembre del pasado año, un cadáver descuartizado y enterrado en dos bolsas de plástico. Pese a los destrozos que ésta provocó en el cadáver, la Guardia Civil pronto pudo descubrir la identidad de la víctima. Sólo hacía falta deshilar su pasado, ligado a una importante banda delictiva que operaba en Murcia y el sur de Alicante, para desenmascarar a su asesino. Pero aún había una pista más.
Los vecinos de Los Torraos no se equivocaban al apuntar a los agentes que la Policía Nacional ya había revuelto el huerto anexo unos cuantos años antes. Tras caer la banda que Pedro S. G. dirigía, el chivatazo de uno de sus integrantes reveló un posible asesinato perpetrado por éste y llevó a la búsqueda de un hipotético cuerpo. El jardín del chalé de este delincuente fue el primer lugar apuntado por el delator. La Policía Nacional levantó toda la tierra del mismo y, aunque dio con más de nueve kilos de cocaína, no encontró ningún cadáver.
La segunda pista, en cambio, estuvo mucho más cerca. Los agentes ya inspeccionaron en 2002 un bancal anexo al lugar donde apareció el cuerpo el pasado invierno. La tierra se levantó a menos de 20 metros del lugar donde yacía el cadáver pero, al no dar sus frutos, la actuación policial cesó. La aparición, cinco años después, de esas bolsas despertó las sospechas.
La inspección realizada por la Guardia Civil, y la posterior autopsia del cadáver en el Instituto de Medicina Legal de Murcia, permitió determinar que la víctima era un joven de raza blanca, al que se le habían seccionado las piernas con una sierra mecánica. Éste fue asesinado durante el verano del 2000 en El Palmar de un tiro a bocajarro en la cabeza. Su cuerpo fue enterrado y posteriormente trasladado al paraje de Ceutí.
Los agentes de la Guardia Civil se introdujeron en el mundo de la noche y contactaron con miembros de la organización, prostitutas o camellos. El tiempo transcurrido y el miedo a represalias dificultó la toma de información. Aun así, pronto se confirmó que la víctima pertenecía a la banda del detenido. Al parecer, éste se quedó con cierto dinero de la prostitución. Pedro controlaba su organización valiéndose de su propia familia y de guardaespaldas traídos de Europa del Este. Los castigos, según parece, los cumplía él mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario