Todos los sábados a las 12 del medio día, dentro del programa que realizo semanalmente llamado "El Transistor" en Cadena Elite Archena (107.6 FM), cuento con la colaboración de mi amigo Mariano (conocido por todos como el "de la librería"); con él realizamos un pequeño espacio titulado "El ratico de Mariano", 15 ó 20 minutos semanales en dónde Mariano nos cuenta sus anécdotas a lo largo de su vida, sus vivencias, y cosas que le han pasado algunas veces llamativas, otras alegres y otras a veces también tristes.
Esta mañana os voy a reproducir aquí un escrito que ha traído al programa recordando la figura de D. Alejandro Médina Alcázar, querido maestro de la localidad y que cuenta con una conocida calle en la zona de Villa Rías. Creo merece la pena leer este escrito de Mariano (que a su vez os informo podéis encontrar este mes en la revista "Palabras Mayores" que edita el Centro de Personas Mayores de Archena). Paso, con el permiso de Mariano, a reproduciros este texto:
"Recordar a mi querido maestro D.Alejandro Medina es transportarme a mis años mozos. LLegamos huyendo de la Guerra Civil el día 20 de Noviembre del año 1936 y a los pocos días ingresé en su escuela, que estaba situada en la casa del médico D.Joaquín, frente a la posada de Calesa. Cierro los ojos y me veo leyendo en voz alta a su lado, pues nos hacia leer a toda la clase todos los días, los celebres Manuscritos.
En el Grado Preparatorio leímos el manuscrito"VIAJES POR ESPAÑA", con él durante todo el curso conocías a la perfección todas las ciudades, todas las capitales, sus pueblos principales, sus industrias, sus ríos, el traje regional... adquirías una gran noción de lo que era España geograficamente, y a su final una pequeña historia de España desde los Godos hasta Franco, con las principales guerras y todos los Reyes que nos han mandado. En el Grado Elemental tocaba "2º manuscrito EUROPA", y finalmente el el Grado Superior teníamos el "PAISES Y MARES", donde conocíamos el resto del mundo. Así con los tres Manuscritos te hacías una idea de España y del resto del Mundo en general.
De su modesta Academia salieron varias generaciones de magníficos estudiantes, naturalmente eran otros tiempos y las economías eran muy malas..., yo personalmente recuerdo que para empezar a estudiar el 2º de Bachiller, mi pobre madre me indico que le era imposible el poder pagar las 45 pesetas que costaba la mensualidad; se lo indiqué a D.Alejandro y, como me quería de verdad, me indicó que si quería, mi madre le podía pagar en vino. Así empecé, pero D. Alejandro cada 7 u 8 días necesitaba los 4 litros, y como mi madre tenía que comprar 8 litros para vender al chateo, me dijo que no podía seguir.
Pasados unos años y como seguía teniendo una gran amistad, un día me indico que como llevaba yo mi contabilidad comercial y le indiqué que a mi manera, y entonces me ofreció a que pasase por una pequeña oficina dónde él llevaba la contabilidad de varios motores de riego, y así lo hice, y verdaderamente durante los 50 años de mi negocio no he necesitado ningún contable.
También recuerdo su gran afición a la lectura, tenía una gran biblioteca, todavía recuerdo los libros de Editorial Araluce, que ya mayores nos prestábamos, recomendaba y a su devolución le tenías que informar de su contenido y tu opinión del autor y del argumento, y así sabía si no habias leido o no. Se que se le han hecho muchos homenajes pero no le pagaremos ni remotamente todos los que se merece..., querría en estas paginas recordar a sus cinco hijos con los que conviví permanentemente, Antonio, Alejandro, Lola (los tres profesores) y Miguel y Pepico (todos grandes amigos que por desgracia todos nos faltan).
Podía contarles infinidad de anécdotas vividas, pero de todas ellas que recuerdo con más simpatía fue un buen día en el estudio (que era una habitación cerrada a cal y canto con un silencio absoluto), algún guasón colocó dentro de un pupitre una rana, y al rato cuando la rana empezó a croar, allí se armó la marimorena..., empezaron las amenazas para el culpable, pero naturalmente nadie había sido..., y se la vino a cargar nuestro añorado amigo Crisantos Lorente, que tenía la fama de revoltoso (aunque creo que aquella vez no fue él), y todos lo defendimos, aunque nos quedó la duda.
Y me despido recordando una frase que creo me ha hecho popular "LA CULTURA NO SE HEREDA, SE ADQUIERE", y sinceramente creo que D. Alejandro tuvo un poco de culpa".
(Texto de Pedro Mariano Crevillén, extraído de la revista nº 7 "Palabras Mayores" editada por el Centro de Día de Personas Mayores de Archena)
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